Jesús le habló a uno que lo quería seguir pero tenía una dualidad en su mente.
“Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios.” (Lucas 9:62)
La duda muchas veces no nos permite ser libres para actuar en el reino de Dios. Tenemos cosas a las que le damos mayor importancia y así perdemos el llamado por dudar. Es querer dos cosas a la misma vez. Una vez que das los primeros pasos en la fe, se tienes que seguir dando pasos mayores de fe y no dejar de practicar. La fe se desarrolla en la práctica y así se quita el nudo de la duda. Actúa con convicciones, creyendo, sin dejarnos persuadir de la vida anterior que vivimos sin Dios.
“Conforme a la fe murieron todos estos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos, y creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra. Porque los que esto dicen, claramente dan a entender que buscan una patria; pues si hubiesen estado pensando en aquella de donde salieron, ciertamente tenían tiempo de volver. Pero anhelaban una mejor, esto es, celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos; porque les ha preparado una ciudad.”
Hebreos 11:13-16 RVR1960
I. La duda se quita cuando tenemos visión.
A. Dios tiene el poder para hacer cualquier cosa pero Él tiene el tiempo en sus manos.
B. Las promesas se cumplen en el tiempo de Dios.
Dios le habló a Abraham cosas que él no vió pero que se cumplieron tal y como se las dijo.
C. La duda se quita cuando no nos obsesionamos con nada.
Lo que queremos es hacer las cosas de una forma que agrade a Dios en todo y eso solo es por fe. Así modificamos cualquier cosa sin afanarnos por nada, sin ídolos en el corazón. Es poner en el altar todo lo que Dios nos pida.
II.La duda se quita cuando entendemos el propósito.
A. Saludar la visión es darle la bienvenida a Dios para empezar una relación.
Esto es cuando Dios nos abre los ojos debemos alimentarla con una conversación interna. Dios nos va dando más detalles cuando continuamos con una actitud abierta y le damos a Él su lugar.
B. Confesando que somos extranjeros y exploradores.
Tenemos que confesar con nuestra boca lo que realmente somos. El proceso empieza por escuchar y luego podemos hablar el lenguaje de la fe.
Somos conforme podemos hablar. Para esto necesitamos tener paciencia para seguir escuchando y superar el temor, el bloqueo y la vergüenza de equivocarnos. Solo así se quita la duda.
Conclusión:
La duda se quita cuando prestamos atención a la visión que Dios nos da. Ponemos los ojos en el autor de la fe.
Así podemos dedicarle tiempo para ir creciendo en la fe: siendo visionarios con una mente abierta para hacer cambios, madurar en ella y cambiando la manera de hablar conforme al propósito que logramos entender, trayendo el cielo aquí en la tierra y no conformándose con las circunstancias, sino cambiándolas con el poder de la Palabra.
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