Jesús es la luz de la vida. Cuando estemos confundidos sólo tenemos que acudir a Él. Ahí en ese lugar secreto encontraremos la respuesta y podremos ver el camino claro por donde debemos caminar.
12 “Jesús les habló otra vez a los fariseos diciendo:
—Yo soy la luz del mundo. El que me sigue nunca andará en tinieblas sino que tendrá la luz de la vida.
13 Entonces los fariseos le dijeron:
—Tú das testimonio de ti mismo; tu testimonio no es verdadero.
14 Jesús respondió y les dijo:
—Aún si yo doy testimonio de mí mismo, mi testimonio es verdadero porque sé de dónde vine y a dónde voy. Pero ustedes no saben de dónde vengo ni a dónde voy. 15 Ustedes juzgan según la carne pero yo no juzgo a nadie. 16 Y aún si yo juzgo, mi juicio es verdadero porque no soy yo solo sino yo y el Padre que me envió. 17 En la ley de ustedes está escrito que el testimonio de dos hombres es verdadero. 18 Yo soy el que doy testimonio de mí mismo, y el Padre que me envió también da testimonio de mí.”
Juan 8:12-18
I. La Luz nos permite seguirlo.
A. La práctica es diaria.
Es un proceso paulatino. Cuando damos pasos podemos ver la respuestas de nuestras preguntas.
B. La vida espiritual no es estática sino dinámica.
Dios nos presenta oportunidades en ese accionar:
cuando preguntamos, cuando buscamos y cuando pedimos.
C. Abraham escuchó la voz de Dios y dio el primer paso, salió de su casa sin saber a dónde iba porque sabía que Él lo estaba guiando, solo lo seguía.
Dios siempre va delante de nosotros abriéndonos caminos. Pidámosle a Dios que nos abra los ojos espirituales para poder verlo y movernos donde Él se mueve.
II. La Luz nos da un testimonio personal verdadero.
A. Los fariseos querían desacreditar a Jesús porque Él estaba hablando de sí mismo.
B. El testimonio personal de Jesús es verdadero porque Él salió del Padre para venir a enseñarnos aquí en la tierra y luego resucitó y vive para siempre: “porque sé de dónde vine y a dónde voy.”
C. Nuestro testimonio se convierte en algo verdadero, lleno de autoridad espiritual cuando aceptamos el llamado que Dios nos hace y lo ponemos en práctica.
III. El testimonio personal confirmado por el testimonio del Padre.
A. Los fariseos estaban juzgando en la carne por contienda y celo.
Así actúa el Adversario porque es orgulloso.
B. En cambio Jesús seguía al Padre y hacía solo lo que Él le decía.
C. El testimonio era confirmado por el Padre: “yo y el Padre que me envió.”
Conclusión:
Cuando aceptamos la encomienda del Padre podemos ver la Luz de la vida. Así accionamos paso a paso como lo hizo Abraham, cuando escuchamos su voz. Esto hace que lo que digamos sea verdadero porque sabemos de dónde venimos y a dónde vamos. Por último, podemos juzgar espiritualmente porque es el Padre mismo el que nos hace entender las cosas y las confirma.
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