
Dios ve a futuro
“Dios ve a futuro, lo que nosotros no” esta frase me ha dado vuelta en la cabeza las últimas semanas tras experimentar algunas situaciones particulares. ¿Cuántas veces nos frustramos porque […]
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Vamos a sacar algunos consejos del libro de Eclesiastés para aprender a disfrutar de la vida. Eclesiastés significa el asambleista. Lutero lo titula como el “Libro del Predicador.” La mayoría le atribuye la autoría al rey Salomón. Lo interesante es que es un libro muy ecléctico, pues recoge ideas de diferentes corrientes de pensamiento. Un consejo en sí para encontrar respuestas a los problemas que encontremos en la vida.
I. Primero, apliquemos los consejos a nosotros mismos.
La práctica hace al maestro. Salomón es conocido por su sabiduría y por un reino de obras gloriosas, sin embargo, termina apartándose de sus propias convicciones. Podemos empeñarnos por hacer cosas buenas y olvidarnos de nosotros mismos. Pareciera que a Salomón le pasó lo mismo. El mandamiento: “ama a tu prójimo como a tí mismo” nos da la línea para no perdernos. No nos olvidemos de nosotros mismo. Esto no es egoísmo si tenemos la motivación de estar bien para poder ayudar a los demás. Este primer consejo sale del pensar del autor, siendo tan sabio, más por las ironías de la vida, termina mal por descuidar su propia vida. Cosa muy común y que suele suceder.
Eclesiastés 1
9 “¿Qué es lo que fue? Lo mismo que será. ¿Qué es lo que ha sido hecho? Lo mismo que se hará; y nada hay nuevo debajo del sol.”
II. Apliquemos ideas viejas que dieron resultado en el pasado y modifiquémoslas para adaptarlas a las condiciones del presente.
Este versículo ayuda para no dejarse impresionar por los grandes inventos. Tenemos en la historia grandes lecciones que hemos aprendido. Para ser creativos no necesitamos ser genios sino solo tener sentido común y práctico. A veces, nos complicamos demasiado. Todo en la vida son ciclos que se repiten; preparémonos para los que vienen y aprendamos las lecciones de nuestros propios errores.
Eclesiastés 1
18 “Porque en la mucha sabiduría hay mucha molestia; y quien añade ciencia, añade dolor.”
III. Evitemos los excesos.
¡Qué difícil es no caer en esto cuando nos gusta mucho algo! Pero todo se puede si le ponemos ganas y cariño al asunto. Como iglesia creemos en la investigación, si no sabemos algo, preguntamos y así aprendemos. Sin embargo, si nos ceñimos mucho con algo se vuelve molesto. Cuando queremos saber con lujo de detalle algún acontecer, es posible, darnos cuenta sobre cosas que nos pueden causar dolor. Por eso, el dicho popular: “ojos que no ven, corazón que no siente.” Determinarnos a buscar respuestas sencillas, prácticas y que solucionen (aunque no sean la mejor respuesta) nos da para el gasto. Avanzamos con los temas pendientes y encontramos un sentido de logro que se perfecciona con el caminar. Hacer mucho una cosa es como entrar en una obsesión, puede traer molestia y dolor.
Eclesiastés 2
24″No hay cosa mejor para el hombre sino que coma y beba, y que su alma se alegre en su trabajo. También he visto que esto es de la mano de Dios.”
IV. Coma bien y disfrute el trabajo.
A. Un consejo muy sencillo pero fácil de olvidar. Comer bien en una vida con muchos quehaceres se vuelve difícil, pues no le damos prioridad. Primero queremos todo rápido y eso no concuerda con el comer bien. Lo más sencillo es abrir un paquetito de algo, que por lo general tiene mucho azúcar, sal y grasa. ¡Auxilio! estamos metidos en la época de la comida rápida. Necesitamos disfrutar de la preparación de una buena y deliciosa comida. La recompensa es salud, alegría y la posibilidad de compartir con las personas que amamos. Es básico pero requiere tiempo y no queremos invertir en eso. El trabajo en equipo se convierte en el aliado perfecto. Esto requiere de acuerdos, coordinación y voluntad, así la cosas pequeñas se convierten en un deleite cuando estamos con alguien que queremos.
B. Disfrutar el trabajo es una buena filosofía. Pablo lo pone de una forma clara.
2 Tesalonicenses 3:
10″Cuando estábamos con ustedes, también les ordenamos esto: «Si alguno no quiere trabajar, que tampoco coma.”
El trabajo es una responsabilidad de todos queramos o no. Es una tarea que no podemos dejar de hacer, entonces hagámoslo bien así vamos a ser más libres, porque no será solo una obligación sino un deleite. Si pensamos en las pequeñas rutinas que hacemos y buscamos una mejor manera de hacerlas, obtendremos un sentido de logro. El comer bien y disfrutar del trabajo van de la mano de Dios, eso es un favor que El nos da, pero debemos prestar atención y buscar su consejo. Así se descubren los talentos, eso es muy emocionante, poder descubrirse a uno mismo. Cada vez que comas y que trabajes, practica el compañerismos; los hijos de Dios tenemos el mejor amigo, invite al Maestro mientras comes y trabajas, así todos los días serán de fiesta. ¡Qué viva la pachanga!
Conclusión:
Jesús mismo es el hombre que vino a abrirnos los ojos para disfrutar de la vida. Primero, Jesús puso en práctica los consejos del Padre y se enfocó en hacer la voluntad de Él, al contrario que Salomón, pues tenía una sabiduría extraordinaria, más se olvidó de cuidarse a sí mismo y se extravió del camino.
Segundo, Jesús es el mismo ayer, hoy y por los siglos, todo se repite en la vida. Él vino a renovar la nuestra dándonos el poder creativo para aprender y aplicar buenos principios que sirvieron en el pasado, ahora aplicándolos en el presente con las adaptaciones necesarias. Tercero, los excesos son molestos y dolorosos, caminemos con paciencia y aprendamos a mejorar poco a poco, sin morir en el camino.
Por último, coma bien y disfrute del trabajo, hágalo bien como Jesús lo hizo, dando gracias por la comida, preparándole a sus discípulos un buen pescado asado y una buena torta cuando se les apareció después de resucitar. No hay nada mejor que compartir con los que amamos para disfrutar de la vida.
Consejos salomónicos
Hanssell Morúa
Gabriela Umaña 22 febrero 2021
“Dios ve a futuro, lo que nosotros no” esta frase me ha dado vuelta en la cabeza las últimas semanas tras experimentar algunas situaciones particulares. ¿Cuántas veces nos frustramos porque […]
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