
La bendición de la multiplicación
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En la vida suelen ocurrir, momentos, circunstancias que marcan, que dejan enseñanza, lecciones de vida e incluso preguntas sin resolver que atesoras para tu vida misma. En mi caso (al pertenecer a una familia grande y ser el menor de ellos), hubo muchos aprendizajes o preguntas internas sin entender, una de ellas era una frase que mi padre solía decirle a mi mamá cuando ella intentaba apresurar las cosas, un ejemplo de ello era cuando le decía que se apresurara en vestirse por que el desayuno ya estaba listo, él mientras afeitaba su ya canosa barba solo le contestaba “El joven con la presencia y el Viejo con la diligencia”. Escuchar esa frase cuando tienes diez años es muy difícil de comprender y menos aún encontrarle aplicación en la vida misma, pero cuando los años han transcurrido y mientras afeito mi barba, vuelve esa frase a la memoria y entonces trato de entender la sabiduría que encierra. Según la RAE (Real Academia Española) presencia se define como “Asistencia personal o estado de la persona que se halla delante de una u otras o en el mismo sitio que ellas”, mientras que diligencia se define como “Cuidado y actividad en ejecutar algo”.
Bueno vamos a separar la frase aplicando los conceptos antes definidos, que se entiende por “El Joven con la presencia”, cuando se es joven se quiere vivir al máximo, hay una avidez por conocer, por experimentar, por aprender, el joven lo quiere todo y lo quiere rápido por tanto busca tener participación en todo aquello que lo apasiona, deportes, música, amigos, competitividad, el joven quiere y necesita la experimentación para ir llenando su banco de memoria de conocimiento y para lograrlo muchas veces tiene que hacerlo presencialmente, por esto al joven le interesa estar presente no le preocupa mucho el tiempo, el día, el clima, la forma de vestir, si se peinó, si se afeitó o se maquilló, en fin lo importante estar en el momento que la cosas suceden. También el ambiente en el que el joven se desempeña o interactúa tampoco presta mucha atención a las condiciones indicadas, puesto que lo que interesa es que esté presente y su juventud, ánimo, disposición, espíritu competitivo ayuda a disimular cualquier falta de atención en la forma de vestir, como se dice al joven todo se le ve bien.
La continua participación, la presencia activa en los temas que le apasionan le van a dar al joven el conocimiento para crecer en la experimentación, pero vivir la juventud es un hermoso regalo de Dios y como tal debemos valorarlo y respetarlo guardando nuestras acciones para modelar la conducta. Porque bien le es al joven guardar su conducta para que esta sea intachable, como lo indica y lo sugiere 1Timoteo 4:12 “Que nadie te menosprecie por ser joven. Al contrario, que los creyentes vean en ti un ejemplo a seguir en la manera de hablar, en la conducta, y en amor, fe y pureza”.
Ahora que pasa con la otra parte de la frase ¿el viejo con la diligencia?, con los años no solo se adquiere conocimiento sino también el entendimiento. El Conocimiento te da la capacidad de conocer la existencia de las cosas, más el entendimiento agrega la funcionalidad de las cosas. Es decir, el conocimiento es información disponible, más el entendimiento es la información con la habilidad de poder darle aplicación a toda esa información disponible, el entendimiento te hace estratega, porque entiendes como se desarrolla y crece el medio en el que ejerces tu labor.
Cuando se dice con diligencia, se refiere a que la persona ya tiene el entendimiento para ejecutar una actividad con el cuidado que esta requiera y esta misma diligencia le permite ejecutarla en el tiempo preciso y satisfactoriamente, es por eso por lo que se entiende que una persona es diligente cuando tiene una predisposición a ejecución efectiva de sus tareas, responsabilidades asignadas o adquiridas en la vida misma. Realiza las tareas con prontitud, inteligencia y buen uso de los recursos de los que dispone. La diligencia es también una habilidad que se aprende y se desarrolla con la experiencia vivida. El buen uso de los recursos en pro de ejecutar las tareas correctamente lo da el entendimiento sobre cómo funciona el área del trabajo o proyectos en el que nos desempeñamos. Aparte de esto, el ser diligente mantiene a la persona activa y enfocado en el planeamiento de todos los detalles para la realización de sus proyectos.
Y entonces que sucede con “el joven con la presencia”, el joven tiene fuerza, entereza, tiene ímpetu, ganas de aprender, pero necesita formar su carácter, el cual lo llevara a obtener el entendimiento para actuar correctamente y a actuar con estrategia, sumándole a la presencia, la diligencia. Porque tanto jóvenes como ancianos, son necesarios en una sociedad que busca crecer, desarrollarse para que pueda llegar a ser tan próspera como íntegra, tan equitativa como segura, donde cada uno pueda sentir la satisfacción de que contribuye a una sociedad mejor. Tenemos la invitación a vivir con diligencia, buscando honrar la instrucción dada por Dios cuando dice en Romanos 12:11 “Nunca dejen de ser diligentes; antes bien, sirvan al Señor con el fervor que da el Espíritu.” Reconociendo que el vivir diligentemente es base del cristianismo que mantiene a la persona enfocado en los proyectos y metas, haciendo que crezca en el ejercicio de la fe y en la relación con Dios.
Hanssell Morúa 20 septiembre 2020
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