
La Gratitud
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Hay cambios en los hábitos que marcan un antes y un después. Son desafíos que requieren voluntad para lograrlo. A pesar de querer no siempre lo logramos. Cambiar un hábito es como subir una montaña.
Cuarenta días y cuarenta noches de búsqueda intensa nos trajo un nuevo orden, la ley, después que Moisés subió el Sinaí.
Cuarenta días estuvo Jesús en el desierto, subió un pináculo y estuvo solo. Pero luego, bajó con la unción de Dios para hacer milagros y traer libertad. Nos trajo la gracia, un nuevo orden que supera la ley para vivir una vida diferente; éstas son la buenas noticias que nos manda Jesús a vivir. Subir una montaña en el mundo espiritual es romper un esquema, es una práctica, es lograr algo nuevo. Require compromiso, constancia y perseverancia. Antes de ser entregado para morir, Jesús subió a una montaña con sus discípulos y enfrentó una batalla.
Lucas 22: 39-46
39 “Y saliendo, se fue, como solía, al monte de los Olivos; y sus discípulos también le siguieron.
40 Cuando llegó a aquel lugar, les dijo: Orad que no entréis en tentación.
41 Y él se apartó de ellos a distancia como de un tiro de piedra; y puesto de rodillas oró,
42 diciendo: Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.
43 Y se le apareció un ángel del cielo para fortalecerle.
44 Y estando en agonía, oraba más intensamente; y era su sudor como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra.
45 Cuando se levantó de la oración, y vino a sus discípulos, los halló durmiendo a causa de la tristeza;
46 y les dijo: ¿Por qué dormís? Levantaos, y orad para que no entréis en tentación.”
I. Jesús practicó subir a los Olivos con sus discípulos.
A. Jesús practicaba separarse para subir el Monte de los Olivos y sus discípulos los seguían.
B. Jesús subía para orar.
Enseñó a sus discípulos a orar para no entrar en tentación.
II. Jesús enfrentó soledad en los Olivos.
A. Se separa de ellos como a la distancia de un tiro de piedra.
Lo suficiente para no perderlos de vista. Aunque estemos acompañados todos tenemos que enfrentar la soledad. Jesús se acercó así más al Padre. Las batallas que ganamos solos, las traemos y las compartimos con los que están a nuestro alrededor.
B. En la soledad Jesús tuvo ángeles que lo fortalecieron.
En la oración se desatan ángeles, ese es un principio que nos hace tener éxito.
III. En los Olivos, Jesús enseñó a sus discípulos la oración.
A. Los despierta cuando se quedaron dormidos.
B. Les enseñó a practicar la oración con intensidad.
La debilidad de la carne se enfrentaba con la disposición del espíritu.
Conclusión:
La práctica de subir montañas acompañadas de una vida de oración nos traen fortalecimiento. Aunque otros te dejen solo, debes seguir creciendo, avanzando y animando a los demás con el buen ejemplo como Jesús lo hizo con sus discípulos en El Monte de lo Olivos.
Cambiando los hábitos
Hanssell Morúa
Dani Araya 22 marzo 2021
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