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Predicas Dominicales

Abrazando al mundo

Hanssell Morúa 9 mayo 2021 137


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Salmo18:40-50
40
“Has hecho que mis enemigos me vuelvan las espaldas,
Para que yo destruya a los que me aborrecen.
41
Clamaron, y no hubo quien salvase;
Aun a Jehová, pero no los oyó.
42
Y los molí como polvo delante del viento;
Los eché fuera como lodo de las calles.
43
Me has librado de las contiendas del pueblo;
Me has hecho cabeza de las naciones;
Pueblo que yo no conocía me sirvió.
44
Al oír de mí me obedecieron;
Los hijos de extraños se sometieron a mí.
45
Los extraños se debilitaron
Y salieron temblando de sus encierros.
46
Viva Jehová, y bendita sea mi roca,
Y enaltecido sea el Dios de mi salvación;
47
El Dios que venga a mis agravios,
Y somete pueblos debajo de mí;
48
El que me libra de mis enemigos,
Y aun me eleva sobre los que se levantan contra mí;
Me libraste de varón violento.
49
Por tanto yo te confesaré entre las naciones, oh Jehová,
Y cantaré a tu nombre.(B)
50
Grandes triunfos da a su rey,
Y hace misericordia a su ungido,
A David y a su descendencia, para siempre.”

Hoy vamos a animarnos con los últimos versículos del Salmo 18. David nos presenta un himno de victoria. Te confesaré entre las naciones, declara, cantaré a tú nombre, grandes triunfos da a su rey y a su descendencia para siempre.
La tatarabuela de David fue Rahab la prostituta que escondió a los espías cuando entraron a Jericó. Su bisabuela fue Ruth la moabita. La que declaró fidelidad a Noemí: “tu pueblo será mi pueblo, y tú Dios será mi Dios.” La genealogía sigue hasta llegar a Jesús y a todos nosotros quienes lo hemos recibido en nuestros corazones. Tenemos en este nuevo nacimiento un ADN que alcanza a todas las naciones.
Los últimos versículos nos hablan sobre tener una visión amplia, la cuál va alcanzar a todas las naciones. Así les habló Jesús a sus discípulos con una última encomienda: “Id y haced discípulos a todas las naciones.”

I. Una visión mundial la obtenemos cuando vencemos el odio.

A. El odio nos lleva al aborrecimiento y el aborrecimiento al repudio.

La promesa es que Dios nos entrega estos sentimientos, que son nuestros enemigos, en nuestras manos. Estos sentimientos dañan nuestro corazón si no los tratamos con prontitud.

B. Dios no escucha la oración con estos sentimientos en el corazón.

C. Echarlos fuera como el lodo en la calle, es una figura de la suciedad inevitable de lo cotidiano.

Imposible no ensuciarse, sin embargo, debemos accionar diariamente quitando el odio, el aborrecimiento y el repudio que no refleja la verdadera naturaleza que Dios nos dio. Podemos protegernos y actuar en el momento, eso es como tener un botiquín para tratar una pequeña herida y que ésta no se infeccione o sigan males mayores hasta una amputación.

II. Una visión mundial la obtenemos cuando nos sometemos a la autoridad de Dios.

A. Acepte la vocación que Dios te da.

Dios da dones a los hombres. Para recibir esos dones necesitamos anhelar hacer bien a los demás así como a nosotros mismos. Parece que esto es fácil pero no lo es. Todos tenemos argumentos contrarios a estos planes que Dios tiene para nosotros y decidimos ser rebeldes a este llamado por las razones que fueran; algunas de mucho peso otras veces por solo capricho. Cuando actuamos bajo la inspiración del Espíritu Santo somos librados de las contiendas del pueblo.

B. Dios te va a usar para llevar acabo un proyecto de bien.

Estarás en una posición de liderazgo. Vas a conocer gente, van a ser equipo contigo y servirán. El liderazgo de Jesús se basó en el servicio. Hay que pagar un precio pero la recompensa es muy grande.

C. El mensaje de salvación trae paz y aleja la violencia.

La única violencia que es válida en el reino de Dios es la oración, ahí arrebatamos las bendiciones. Es una confrontación espiritual donde rompemos los paradigmas haciendo propuestas, trabajando con inspiración y viendo los frutos de arrepentimiento. Es cuando aprendemos de nuestros propios errores y somos liberados de esos cautiverios que nos impedían ser felices. Él nos libra de nuestros enemigos y nos pone por encima de ellos, esto es milagroso. Para esto necesitamos un corazón humilde porque no se trata de ser un fanfarrón sino de glorificar el nombre de Dios.

III. Una visión mundial la obtenemos cuando aceptamos el llamado de Dios.

A. Podemos ganar al mundo y perder nuestra alma.

Ganar el mundo no es el llamado de Dios, sino hacer discípulos de Jesús y no de nosotros mismos. Estamos en un mundo muy egocéntrico. Cuando recibes a Jesús como el Señor de tú vida te conviertes en un rey y en un sacerdote. Te conviertes en un escogido, eso significa un ungido. La unción opera solo siguiendo el carácter y el plan maestro. La unción no es un accesorio para uso personal. La victoria viene cuando aceptamos la autoridad para hacer el bien y no entrar en contiendas.

B. Somos descendientes de David cuando recibimos por la fe a Jesús.

Así entramos en la bendición que Dios trae a todas las naciones, desde Abraham hasta culminar con el hijo de Dios yendo a todas las naciones.

Conclusión:
David nos habla de vencer el odio, el aborrecimiento y el repudio. También sobre someternos a la autoridad de Dios para desarrollar un proyecto de bien que va a bendecir nuestras propias vidas y la de los demás. Aceptar el llamado de ser un rey y un sacerdote para administrar bien e interceder por el mundo entero desde nuestra vida, particularmente bendecida por nuestro buen Señor Jesús. Abrazar al mundo es posible cuando abrazamos nuestro propio corazón con el amor de Dios.

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    Abrazando al mundo
    Hanssell Morúa

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