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Predicas Dominicales

Enfrentando al adversario

Hanssell Morúa 21 febrero 2021 308


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En estos tiempos es muy fácil sufrir agobios, ansiedades y temores. Las buenas noticias son que tenemos un ayudador que está siempre dispuesto a extendernos la mano. El apóstol Pedro nos habla sobre esta intimidación.

1 Pedro 5:8
RVA-2015
“Sean sobrios y velen. Su adversario, el diablo, como león rugiente anda alrededor buscando a quién devorar.”

Las crisis emocionales vienen de una manera repentina y sin avisos. Por eso es importante estar preparados para los momentos difíciles. Nada viene sin razón y todo tiene un propósito bueno en el plan maestro del cielo.
La palabra “adversario” es una traducción del griego, la transliteración es antidikos.
En otras palabras nos enfrentamos con el adversario que es técnicamente el que nos contradice. El título es usado en un contexto de un juicio que viene en contra de nosotros. Lo mejor que podemos hacer es refugiarnos en un buen abogado defensor y ese es Jesucristo. Si seguimos sus instrucciones vamos a salir bien librados de esos episodios inevitables que todos pasamos.

1 Juan 2:1
Reina-Valera 1960
“Cristo, nuestro abogado
2  Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo.”

I. Enfrentemos las crisis como un juicio que Jesús ya ganó por nosotros.

1 Juan 1:9
9 “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.”

A. Cuando sentimos las amenazas de algo malo, es un buen momento para hacernos un examen de conciencia. El reconocer nuestros errores es el principio de una rectificación. La confesión nos trae un efecto liberador y sanador. La promesa de Dios es darnos perdón y limpieza de toda maldad. La naturaleza de Dios es ser fiel para perdonarnos, justa para llevarnos a la verdad, librarnos de todo engaño y mentira que podríamos creer.

B. Recibamos una nueva imagen de las cosas a través de la luz que Él nos trae. Su amor nos transforma en nuevas personas y nos libera para manifestar ese amor.

C. Todo juicio que viene contra nosotros fue cancelado a través de la sangre que Jesús derramó por nosotros y esa misma sangre nos limpia de todo mal. Cuando recibimos ese perdón y limpieza empezamos a caminar diferente, ya no sentimos condenación, culpa ni remordimiento. Lo que experimentamos es su misericordia, así es que se cumple: “al que se le perdona mucho, ama mucho”. De esta manera cumplimos sus mandatos de amarnos los unos a los otros. El veredicto final de esta corte celestial nos lleva a experimentar la absolución de toda culpa y llenura de su amor. Es un proceso que necesitamos perfeccionar para ser libre de todo temor.

II. Conozca el Verbo de Vida.

1 Juan 1
Reina-Valera 1960
1 “Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida
2 (porque la vida fue manifestada, y la hemos visto, y testificamos, y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre, y se nos manifestó)”

A. Oír.
Juan nos escribe lo que él mismo oyó de Jesús, quien caminó en forma de hombre. Esto es una cadena, donde primero aprendemos a escuchar la voz de Dios y luego lar compartimos a los demás. Así nos edificamos todos compartiendo experiencias de nuestro caminar con Jesús.

B. Ver.
Aprendemos a ver las cosas espirituales en medio de este mundo material. Podemos ver por la fe ese mundo espiritual, que cada día va siendo más claro. La visión se madura y llegamos a ver los detalles. Juan tuvo que ser enseñado a través de experiencias milagrosas, para poder ver esa clase de amor. El vió con sus propios ojos como el agua se convirtió en vino, cómo le devolvió la vista a los ciegos, cómo se multiplicaron los panes y los peces.

C. Palpar.
Este último aspecto del Verbo de Vida es cuando sentimos en nuestra propia piel la presencia de Dios. La mujer con el flujo de sangre tocó el manto del Maestro y se sanó. El amor de Dios se manifiesta con poder.

Conclusión:
Para sobreponernos a la angustia, el agobio y el temor necesitamos enfrentarlos como un juicio en la corte celestial donde Jesús mismo es nuestro abogado defensor; haciendo un examen de conciencia donde confesamos al Señor nuestros errores, recibimos perdón por su sangre y la limpieza de toda condenación; maduramos en recibir y dar de su amor. Segundo, los vencemos cuando oímos, vemos y palpamos la voz de Dios que produce milagros y señales poderosas.

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    Enfrentando al adversario
    Hanssell Morúa

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