Si usted pone en práctica estos principios que Jesús enseñó en Mateo 28.18-20 verá una vida llena de las maravillas de Dios.
1- Recibimos autoridad cuando entendemos la autoridad suprema de Dios.
Mateo 28.18.
Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra.
A- Dios tiene potestad sobre todas las cosas espirituales. Es el poder espiritual el que hizo todo lo visible y a través de la palabra Él hizo el mundo material. En el mundo espiritual hay fuerzas negativas que quieren destruirlo a usted pero Jesús venció esas fuerzas espirituales que actúan aquí en la tierra.
B- Por eso Él tiene potestad aquí en la tierra.
El mundo espiritual se manifiesta en el mundo físico. Él quiere instruirlo para que pueda ejercer la autoridad del Reino de Dios aquí en la tierra. (oración del Padre Nuestro: hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo).
2- Recibimos autoridad cuando aceptamos la encomienda que Dios nos da.
Mateo 28.19.
Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo;
A- Su comisión para nosotros primero es hacer discípulos a todas las naciones.
B- No se puede hacer discípulos de Jesús si usted primero no es discípulo.
3- Recibimos autoridad cuando entendemos el principio de la muerte y resurrección (el bautismo).
A- Hay que reconocer la obra de Jesús en la cruz, ahí nos libra de la rebeldía (entra en las aguas).
B- Y luego ver por la fe una vida nueva de resurrección (sale de las aguas).
4- Recibimos autoridad cuando tenemos compañerismo con Jesús.
Mateo 28.20
enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.
A- Recibimos enseñanzas particulares como los discípulos caminaron con Jesús.
B- Aprendemos en relaciones de amor donde somos formados con el carácter de Dios a través de mentores.
Conclusión:
Dios quiere que nos sometamos a su autoridad para recibir una encomienda específica y para eso necesito ejercitar la autoridad espiritual para cumplir lo que me encomienda a hacer.